jueves, 18 de julio de 2013

HOLA.... Hace ya más de un año que abandoné este blog para comenzar una nueva aventura. No descarto volver un día y terminarlo, pero de momento se acabó. Hay una época para todo, y tanto mi vida como mi estado anímico han cambiado desde que mi descerebrado alter ego levantó el vuelo hasta el día de hoy. Bridget había ido cumpliendo años y yo también, y me cansaba un trabajo temático que me limitaba tanto el repertorio. Me apetecía escribir más, y sobre más cosas. Y sacar del baúl los trabajos que dormían allí desde hace décadas. Así que empecé con una página de cuentos en Faceboock... un escrito al día. A principios de este año abrí un nuevo blog en el que voy colgando mis cuentos. Y mis poemas. Y mis chaladuras varias.
Si os gusta, ahora me podéis seguir ahí. Que estoy muy solita.
https://www.facebook.com/mina.cb#!/pages/Los-cuentos-de-Minina/192628047433320

domingo, 3 de junio de 2012

LA LOCALIZACIÓN DEL CEREBRO


Quizá una de las cosas que caracterizan el paso del tiempo es la forma de abordar al sexo contrario.
En caso de pretender pillar cacho, quiero decir.

Sí, porque cuando la chica tiene 16 años y es un pelín inocente, el chaval no necesita esforzarse mucho: basta con decirle que es guapa, simpática, agradable.... y si uno pretende ir algo más lejos y se da cuenta de que la nena se resiste, con soltarle la frase "Pues a tu edad todas las chicas se dejan tocar por debajo del vestido", todo arreglado.

Pero el tiempo pasa, y hasta la más boba termina espabilando. Y los Casanovas tienen que buscar otros recursos. Entonces empiezan a decirte que eres simpática, o divertida, o agradable. Que les gusta cómo te vistes, o cómo sonríes... o que eres capaz de beber más cerveza que el muñeco de la Cruzcampo. Todo depende; no olvidemos que  son depredadores, y por tanto hábiles para detectar los puntos débiles de sus potenciales víctimas.
Y así te van engatusando.. con mentiras casi siempre.

Pero el tiempo sigue inexorable su camino y, conforme la cruda realidad se va imponiendo, y al tiempo los tejidos que antaño fueron firmes se van convirtiendo en flácidos apéndices, los donjuanes de pacotilla lo van teniendo cada día más difícil.

Y entonces acuden al último recurso:
"A mí lo que me interesa es tu cerebro"

He buscado en varios diccionarios la definición de cerebro y creo que, o todos los lingüistas se equivocan, o al menos uno de los últimos asaltacamas con que yo me he tropezado lo ubica más al sur de lo que realmente se halla. Claro que puede ser que la coincidencia de que en ambos casos el órgano se halle cubierto de pelo sea la causa del despiste. Eso y que, a partir de una cierta edad, la cosa ya no se arregla con unas gafas sino con un trasplante de neuronas.

Y es que, en pasando de los 35, y si eres de las que huyen del bótox como de la peste, si un hombre se te acerca y te dice que le atrae tu intelecto, ve metiendo los condones en el bolso que ya va siendo mala edad para quedarse embarazada. Y menos de según qué tipo de fulanos.

Claro que de esa sucia treta te das cuenta después. Porque al principio eres tan boba que te lo crees, y pese a que te parece un poco sinsustancia, y puesto que es en plan sólo amigos,  decides quedar con él, de buen rollito, hablando de los ex y de lo incomprendidos que os sentís los dos por estar desparejados a vuestra edad. Y te llama por teléfono, y te manda mensajes subiditos de tono... pero todo de broma. Y te cuenta muchos chistes, para que te rías... porque él es un tipo con un gran sentido del humor... un graciosillo, vamos.
Hasta que llega el momento en que te das cuenta de que él no se ríe de tus chistes, y no entiende tu forma de pensar, y le preguntas "Oye, ¿y a ti como te puede atraer mi inteligencia si eres incapaz de comprender mis bromas?"
Y se hace un silencio como de solo ante el peligro, y tú te das cuenta de que el tío, desde el primer momento, no tiene en la mente otra cosa que ver tu cabeza a la altura de su ombligo, y que lo del cerebro era un camelo. Y le dices eso de "Mira, bonito, si en tu colección te faltaba la Barbie Macarra te vas a tener que buscar otra candidata".
Y de un día para otro los mensajes eróticos se convierten en un psicoanálisis en el que te trata de amargada, de estrecha, de excéntrica y de ególatra. Y que hasta aquí hemos llegado. Y que no esperes que te dé otra oportunidad porque ni loco. Y que si algo le sobran son mujeres, mucho más guapas que tú.

Y que además utilizan el "cerebro".

martes, 10 de abril de 2012

EL MEJOR AFRODISÍACO



Si el título te ha llevado a pensar que esto era un capítulo porno ya puedes ir quitándote las gafas de cerca , porque de eso nada monada. Y es que no voy a hablar de ostras, ni de caviar, ni de botellas de Dom Perignon languideciendo en cubiteras de plata sobre la cama de la suite más elegante de un hotel de lujo...

No, porque a un tío no le pone nada de eso...
Bueno, puede que sí... pero sólo al principio, cuando os acabáis de conocer y aún no ha llegado a la conclusión de que tu mejor amiga tiene las tetas más gordas que tú, o que donde esté ver un Madrid-Barça con los amigos que se quite una noche de pasión de las que te dejan dolorido para un mes, o de que la lencería sexy les sienta muchísimo mejor a las tordas del Victoria Secret que a tí.

Y es que en cuanto se aprenden tu anatomía les pasa como a los camioneros.. que tienen que pensar en cualquier cosa para no quedarse dormidos al volante. Y tú ya puedes llenar la casa de velas, preparar una cena suculenta, untarte los pezones con salsa de Doritos, perfumarte con Ballantines (mucho más excitante para un hombre que el Chanel nº 5 e infinitamente más barato) e incluso colocarte un piercing con la insignia del Madrid en pleno chichi, que el andoba va a pasar de tí...

Y no hay manera.. aquello ya no se recupera nunca... ni el cine erótico, ni la terapia del sexólogo, ni el intercambio de parejas... Nada puede hacer que él recobre el interés por tu persona.

Perdón...
Casi nada.

Porque si hay una cosa que hace que a tu pareja le parezcas la tía más excitante del mundo incluso en bata guatiné y pantuflas de felpa, ésa es que lo mandes a la mierda...

Porque mandar a un tío a paseo y que empiece a seguirte como un perro es todo uno...
De repente todo se transforma... te llama a todas horas, te bloquea el correo electrónico, te inunda el buzón del móvil, insulta a tus amigos del facebook, te espía a la salida del trabajo, te envía flores hasta provocarte una alergia, te manda mensajes a través de tus hermanas.... Y lo que es peor.. se dedica a desenterrar el pasado... a sacar a relucir esos primeros meses en que todo era de color de rosa...
¡¡Descubres que tiene memoria!!... cuando era incapaz de acordarse de tu cumpleaños...  pierde el interés por el fútbol, se apunta a un gimnasio...

Pero no te engañes... no lo hace porque te quiera...

¡Lo hace porque le aterra que te líes con otro!
Y lo que es peor... con otro que lo conozca.

Porque otra de las características que se dan cuando mandas a tu novio a freir espárragos es que sus amigos, en vez de consolarlo a él, lo que hacen es tirarte los tejos a tí... Y a un tío no hay cosa que más le reviente que pensar que esa mujer flacucha, sosa, desgarbada, tímida y aburrida que hasta hace cuatro días le dejaba tan indiferente puede acabar, desmelenada y desinhibida, ensayando el kamasutra con uno de sus amigos.

O con varios.

Y lo que es peor: contándole al personal lo mal que se lo hacía su ex en la cama.

miércoles, 18 de enero de 2012

SIEMPRE LOS CARIÑITOS ME HAN PARECIDO UNA MARICONEZ...



... Decían Mecano, cuando la palabra "mariconez" todavía podía utilizarse sin el riesgo de acabar en la silla eléctrica.

Y es que es muy triste lo que ha acabado pasando con el vocabulario... Aquí, que fuimos tan modernos, tan abiertos, tan liberales en los 80... que salías un Sábado por la noche y te metías en garitos donde se juntaban punkis, heavis, pijos... fachas y rojos, ácratas y pasotas, homos y heteros... y no pasaba nada... Bueno sí, que lo mismo a las seis de la mañana dos fulanos acababan a ostia limpia en la puerta del bar, hasta las cejas de birra y de canutos, y si el follón era muy gordo aparecía la pasma, se los llevaban al cuartelillo, llamaban a sus viejos y al día siguiente, después de haberse tirao el moco de pasar la noche en el talego delante de todos sus colegas, se iban juntos de cañas y acababan a las tres de la madrugada, como motos, y haciendo un pacto de sangre en el banco de un parque.

Hoy en día, a los Glutamato Yeyé se les ocurre salir a escena con el bigote tipo Hitler cantando lo de los negritos que tienen hambre y frío y los esperan en la puerta una docena de manifestantes de solidarios con todo lo habido y por haber, doce cámaras de televisión españolas y unas veinticinco o treinta del extranjero y un destacamento de los Geos para encerrarlos en la lechera y llevárselos a preventiva hasta que les salga el juicio por difamación de minorías étnicas y exaltación del nacionalsocialismo.

Pero no es mi intención la de meterme en jardines políticos, que para eso ya hay redactores en la blogosfera... Todo este discurso viene a cuento de que, ya que parece que a las personas de piel oscura ahora hay que llamarlos afroamericanos porque si los llamas negros te pueden decir de todo menos bonita, ya que parece que las asociaciones esas que protegen a todos menos a mí están restringiendo el uso del vocabulario, ya que no se puede decir ni moro, ni viejo, ni ciego, ni puta... ni muchas cosas más, yo me planteo una cuestión:

¿Por qué no hay pena de cárcel para un tío que llama "chocho" a gritos a su novia delante de todo el mundo?
¿Cómo es posible que los hombres tengan tan poca imaginación para dirigirse a una mujer  y tanta para calificar a un árbitro?
Sí, porque toda esa terminología asociada al sexo femenino, tipo chichi, chumi, chorrín, chorrete...  son palabros más propios para definir subrazas de caniche que para referirse al venerable orificio por el que la mayoría de nosotros hemos llegado al mundo. Y eso por no hablar de expresiones como "Cómemela toda", o la ya más elaborada de los amigos del refranero "La buena teta en la mano entra".

Pero, en serio, y pese a al vulgaridad de todos estos términos, a mí lo que más me horroriza es eso del "cari"... Vamos, que a mí un chico, después del primer beso y antes de pasar a mayores, me susurra la palabra "cari", y ahí se queda, con los calzoncillos en el suelo y el aparato como una berenjena.

El último sin ir más lejos, que igual lo conocéis.. George Clooney se llamaba... sí, ese chico que habla inglés y vende cafeteras. Bueno, pues había sido una velada de ensueño: cena en un restaurante romántico, velitas aromáticas, marisco, champagne francés, un violinista búlgaro...

Íbamos camino de un hotel de superlujo, en una limusina, Nueva York de noche (habíamos llegado allí en su jet privado), música sugerente, más champagne, su aroma viril impregnando la tapicería de cuero bruñido...
En fin, qué os voy a contar.
Suave, dulcemente, él se acercó,  rozó mi mejilla con la suya... Sentí el tacto de su barba de dos días, su aliento perfumado, su tono varonil susurrando a mi oído:
"Mmmmhhhh.... I'love you....Dar...!"
"¡Ah, no!"- le dije, bajándome del coche, muy indignada... "Una cosa es que yo no hable mucho inglés y otra cosa que me tomes por tonta. Que sabes que odio que me llamen "cari" y tú me has dicho "dar", que yo sé que es el diminutivo de "darling"... Y te dije desde el principio que a mí de tonterías de esas ni una"

Se bajó del vehículo... vino tras de mí... Se disculpó en inglés, en español. Me prometió matrimonio. Me dijo que dejaría todo por mí: el cine, su país, las cafeteras, las modelos...

Pero yo no le escuchaba.

Taconeaba, rauda, elegante,  indignadísima, el cuello del abrigo levantado cobijando mis oídos, perdiéndome en la fría, turbia... inquietante oscuridad de la noche neoyorkina


miércoles, 11 de enero de 2012

NENA... YA NO SE LLEVA EL ESTAR FLACA... SINO MÁS BIEN TIRANDO A VACA

... Y triunfa la Madonna, que está jamona.

Y es que no, que por mucho que al Karl Lagerfield le joda, por mucho que se empeñe en llenar las pasarelas de famélicas sílfides, por mucho que el Strafalariuss condene al ostracismo a todas las jovencitas que superan la talla 38, por mucho que las aguas ligeras que aligeran peso nos coman el tarro pretendiendo que nos olvidemos de la cerveza y el chocolate con churros, por mucho que los comerciales del Special K nos machaquen la moral con sus dietas espartanas... lo que mola son las tías rotundas, las tías contundentes, las mujeronas tipo Rubens, que tanto asco parecen darnos a todas.


Y es que, a ver, analicemos la situación...
-¿Quién dicta los cánones de belleza femenina?
Los modistos.

-¿Y qué es lo que quieren los modistos?
Vender sus trajes

-¿Y qué es lo que NO les interesa?
Que el público se despiste con las curvas de la modelo...

-Y lo más importante:
¿Qué porcentaje de homosexualidad hay entre los grandes creadores de la industria de la moda?
Pues la verdad es que desconozco el dato, pero seguro que supera el 80 %... y eso sin contar a los que todavía no han salido del armario porque están buscando perchas.


.......¿Y qué es lo que les gusta a los gays?

Pues a ver, poco más o lo mismo que a nosotras; esto es, los hombres educados, de rasgos varoniles, nalgas apretadas, torso musculoso, pecho firme y ligeramente torneado, muslos redondos... los hombres sensibles, cariñosos, amables, detallistas... hombres que envían flores porque sí, no por remordimientos, que lloran en el cine sin necesidad de fingir una conjuntivitis, que se acuerdan de los cumpleaños de la familia sin tener que programar una descarga eléctrica a través de la alarma del móvil, que comen chocolate aunque no esté relleno de coñac, que para escupir se ponen un pañuelo... que incluso se depilan.

Ese tipo de hombres...

Y bien... Nosotras lo sabemos, pero ellos, los gays, todavía no...
Ese hombre sensible, detallista, cariñoso, amable, solidario...
¡¡Ese hombre no existe...!!

Precisamente por eso ellos convierten en sus musas a tías huesudas como cadáveres, planas como tablas de surf, ordinarias como figurantes de Almodóvar, desgarbadas como patos borrachos...
En fin, lo más parecido a un tío, pero en mujer...

¡¡Y lo peor no es eso...!!
.....Lo peor es que las suben a sus pasarelas y las fotos de esas diosas de cartón piedra se convierten en modelos a seguir... Y toooodas las mujeres de la tierra se empeñan en parecerse a la Kate Moss cuando a los heteros, lo que de verdad les mola, son el culo y las tetas de la Scarlett Johanson...

Pero nosotras a lo nuestro: dieta, gimnasio, preparados energéticos, bebidas ligth... Y todo para acabar triunfando ante nuestras amigas, nuestro peluquero y las dependientas del Strafalariuss.

Pero es una ilusión óptica... una trampa  de los modistos, que se han confabulado con todos los gays del mundo mundial para que los hombres dejen de sentirse atraídos por las mujeres y, cuando al fin ya no les quede otra alternativa que la homosexualidad o el onanismo, desvíen la atención de sus famélicos apéndices hacia los miembros del colectivo masculino...

Y, si no me crees,  haz la prueba:
Puedes tener la sonrisa de un ángel, los rasgos de una muñeca, la elegancia de un cisne, la dulzura de una madre, la sensualidad de una gheisha, la piel de seda... incluso una elasticidad digna de dejar al Kama Sutra a la altura de la tabla de gimnasia de un geriátrico...

Que al final, tras la frenética noche de pasión, sudor y desenfreno, cuando yazcáis lánguidos el uno en brazos del otro, exhaustos y ebrios de placer, fusionadas vuestras almas en una sola... cuando llegue el dulce, íntimo momento de las confidencias, él siempre te dirá lo mismo:

"Ha sido estupendo, cariño...

¡Lássssssstima que tengas tan poquita carne!"

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿QUIÉN NECESITA UN REVÓLVER TENIENDO CIERTOS INQUILINOS?


Decididamente, la vida en pareja no era para mí.

Lo que yo necesitaba no era un novio que llegase a mi casa, abriera mi nevera, vaciase el estante de la cerveza y la bandeja del embutido y luego se tumbase en el sofá. No... lo que yo necesitaba era algo menos asilvestrado, más romántico... Alguien que me esperara en la puerta cuando llegase a casa tras un agotador día de trabajo, que me llenase de atenciones y de mimos, que se acomodase sobre mi regazo en el sofá...
Y claro, puesto que mi madre es del sexo femenino y además vive con mi padre, al final tomé la decisión de adoptar una mascota.
Pero con las mascotas pasa como con los melones... que hasta que no los tienes en casa y los pruebas no sabes cómo te van a salir... Y una vez cerrado el proceso de adopción, adquisición o lo que sea, no hay manera de devolverlos a su lugar de origen...

Yo escogí una linda gatita de ojos verdes... era chiquitina, tenía la cabeza grande, y esas orejitas puntiagudas que hacen de los bebés felinos unas criaturitas tan adorables...

Cuando llegamos a casa, le coloqué una confortable cestita al lado del radiador y metí dentro una manta vieja... le puse un platito con comida y otro con agua y le preparé una bandeja de arena.
El animalito, para responder a mis atenciones, se escondió detrás de la pata de una mesa y permaneció allí durante varias horas, mirándome como si mi intención fuera la de engordarla para servirla en la cena de Nochebuena. Finalmente, me cansé de esperar a que saliera de su escondrijo y me fui a dar una vuelta.
Cuando volví a casa unas horas más tarde, la gata se había zampado toda la comida, se había hecho pis y caca en mitad del salón y yacía espatarrada sobre el sofá, ocupando mi sitio. Cuando intenté moverla, agitó su pequeña y dulce patita y me sacudió un zarpazo en la muñeca que estuvo a punto de costarme la muerte por desangramiento.
Entonces tuve claro que mi vida ya nunca iba a ser la misma; que, durante al menos 10 años, que es más o menos la esperanza de vida de un felino doméstico sano y bien alimentado, había de resignarme a compartir mi sacrosanto sofá con la fiera aquélla, y que ojito si sólo por un momento intentaba disuadirla de ello, porque entonces corría el riesgo de que me saltase a la cara para destrozármela mientras dormía la siesta.

Pero aquéllo sólo fue el principio: no sólamente era agresiva, sino también huraña... y viciosa. Lamía los golletes de las botellas de cerveza, y cuando alguien venía a casa, o bien se escondía en un armario, o bien bufaba, gruñía y arañaba a mis huéspedes... De hecho, este eventual riesgo de que mi mascota acabara con mi vida social, y sobre todo amorosa (estuvo a punto de despedazar a mi novio cuando éste se vino a vivir conmigo)  fue lo que me hizo plantearme su abandono...


Pero... ¡Ay!
¿Alguien entre vosotros se ha embarcado alguna vez en la difícil tarea de desprenderse de un animal de compañía? Porque a ver, tú tienes un marido que te sacude y, aprovechando una de sus ausencias, haces las maletas, le dejas una nota en la nevera y luego le mandas a tu abogado y sanseacabó. Pero tienes una mascota que te maltrata y la cosa cambia. Si es un pez aún puedes echarlo por el desagüe, pero si es un gato o un perro y te planteas (sólo te planteas) desembarazarte de él... ¡Ay, amigo....!  ¡Éso son palabras mayores!

Sí, porque primero te encuentras con el rechazo de la sociedad... sobre todo de la Protectora de Animales, que te dice que te jodas y bailes, que si fuera un hijo también tendrías que cargar con él... luego con el del veterinario adonde vas a compar la píldora para poder adormecer a la fiera y echarle el guante para meterla en una jaula... y finalmente con el peor de los jueces...
¡¡¡Tu propia conciencia!!!
Que cuando ya has comprado la pastilla y tienes preparada la carne para esconderla, cuando ya has hablado con un amigo que cría gatos en el jardín de su casa y ha accedido a acogerla, cuando ya has preparado la jaula, cuando ya estás decidida del todo... La meteorología y tu Pepito Grillo se confabulan en tu contra y empieza a nevar.. pero no cuatro copos de nada...
No...
Un temporal como para organizar una carrera de trineos...

Y el animal te da pena... pobrecillo, míralo, con esos ojitos verdes, maullándote lastimeramente desde detrás de la pata de la mesa donde se escondió el día que lo trajiste a casa... y tus ojos se llenan de lágrimas... tantos recuerdos, tantas cicatrices en los brazos, tantos desgarrones en la colcha..

Y finalmente te acercas...
Lo abrazas...
Lloráis juntas...


Y le pones a tu novio las maletas en la puerta.

domingo, 18 de septiembre de 2011

HAS TENIDO SUERTE DE LLEGARME A CONOCER


El bar estaba a reventar de gente; era Sábado por la noche, hacía un calor espantoso y todo el personal parecía haberse refugiado bajo el chorro del aire acondicionado, del que yo andaba huyendo como de la peste.
Había quedado con una amiga de esas que, por mucho que tú puedas retrasarte, llega siempre un par de horas más tarde. De esas personas que parece que te han colocado un Gps en el cogote con el fin de controlar tus movimientos, saber cuándo has llegado al lugar de la cita y, justo en ese momento, llenar la bañera, meterse entre la espuma con una caja de bombones y el mp3, salir, colocarse una mascarilla en el pelo, otra en el cuerpo y otra en la cara, envolverse en toallitas desechables, cortarse y pintarse las uñas de los pies, hacerse la manicura francesa, quitarse las mascarillas, darse una ducha, secarse el cabello, alisarse la melena, untarse el cuerpo de aceite hidratante, elegir la ropa interior, la exterior, la bisutería y los zapatos, vaciar el contenido del bolso que han llevado por la mañana en el que van a ponerse por la noche, maquillarse como para una boda real, llamar a su mejor amiga por teléfono, recorrer todo el piso para asegurarse de haber cerrado puertas y ventanas, mandar un par de mails urgentes y, finalmente, plantarse ante el espejo y decidir que el bolso no hace juego con el vestido y los zapatos y que el peinado es demasiado formal como para salir a tomar unas cañas con una amiga un tanto zarrapastrosa, quitarse todo y empezar de nuevo...




Pues en esas estaba yo, esperando a mi amiga, cuando lo vi entrar. Eché una rápida ojeada a mi alrededor para comprobar, horrorizada, que era la única mujer sola de menos de 60 años y 100 kilos que había en el bar. De modo que me acerqué disimuladamente a un grupo de chicas que había por allí para descubrir, al cabo de un par de minutos, que eran unas lesbianas de despedida de soltera de boda gay en busca de la muñeca de la tarta. Así que puse tierra de por medio y me situé en la más oscura esquina del bar, agazapada como un cervatillo indefenso que ve acercarse al cazador con un rifle en una mano, un bastón de campo en la otra, dos sabuesos a su zaga y una canana repleta de munición de todos los tamaños.

Intenté tapar mi generoso escote con la copa de globo del gintonic y rogué a la diosa Afrodita que asistiera a mi amiga para que acabase de embellecerse cuanto antes y acudiese en mi ayuda.

Pero de nada sirvieron mis súplicas.

La rapaz había hecho ya su ronda de reconocimiento y había reparado en mi canalillo.
Y se acercaba...

“Diosssss”- me dije -"quenoseayo, quenoseayo, quenoseayo, quenoseayo, quenoseayo,..."

Pero el avechucho se aproximaba con toda la parafernalia cortejil en marcha: llevaba una camiseta custo con las mangas arrancadas que dejaba al descubierto unos bíceps de gimnasio y un pequeño tatuaje en chino en el que seguro que ponía "soy un capullo impresentable", pero el tío era tan inculto que el tatuador le había dicho que era un mantra tibetano y el muy tontolaba ni siquiera se había molestado en comprobarlo. Los pantalones, apoyados en la cadera, dejaban a la vista los Calvin Klein y una barriga mal disimulada; la melena recogida en una coleta arrancaba de bien entrado el cráneo, y en lo alto de la cabeza una leve pelusilla rígida, mitad casco de romano, mitad cepillo de dientes, mostraba los inequívocos signos de un implante capilar.
En fin... uno de esos tipos a punto de entrar en la cincuentena a los que su madre había dicho desde pequeño que era el más guapo del mundo y el muy incauto se lo había creído… De esos tipos que se te ponen delante, te miran de arriba abajo y te dicen, como Loquillo pero con la mirada, eso de “hastenidosuertedellegarmeaconocer”, en plan “mira nena, soy la reencarnación de Cary Grant y esta noche he bajado a la Tierra sólo para hacerte mía… ¿No te embargan la emoción y el júbilo?”

Pues uno de ésos

Y lo peor, es que, pese a mis esfuerzos por hacerme invisible, el tipo seguía acercándose...


Se sentó en la mesa de al lado con un vaso de wisky, dejando caer ruidosamente sobre el cristal un llavero Mercedes y colocando la abultada cartera junto al mismo. De cerca era todavía peor; tenía la sonrisa de Jocker, se debía de haber dado bótox hasta en las encías.
Sorbió un trago de wisky… sacó un carísimo tarjet e hizo como que leía las cotizaciones de la bolsa. Llamó a alguien para hablar de negocios, de grandes cantidades de dinero, todo en voz lo suficientemente alta como para que yo escuchara las escandalosas cifras incluso por encima del soniquete de la insufrible Lady Gaga. Y todo ello al tiempo que iba desplazando su silla hasta colocarla justo al lado de la mía, sus preciados objetos personales cuidadosamente custodiados por el rabillo del ojo. Yo me iba retirando conforme él se acercaba hasta que el respaldo de mi silla alcanzó la pared, y el tipo se fue aproximando, lenta, lasciva, patéticamente….

“¿Te apetece otro gintónic, bonita?”-babeó a mi oído.

Miré a mi alrededor en busca ya no de mi amiga (daba por sentado que no iba a aparecer), sino de cualquier espécimen del sexo masculino, conocido o no, que se hallase en soledad y lo bastante borracho como para soportar el abordaje repentino de una mujer desesperada.
Porque tenía muy claro que el fulano de marras era de los que te siguen cuando te das a la fuga.

Pero el horizonte nocturno no tuvo piedad de mí: parejitas acarameladas, pandillas de adolescentes acnéicos, jovencitas con tops ajustados…

De pronto lo vi claro:
“¡¡Eureka!!”- me dije.

De modo que me levanté rápidamente de la silla (seguida muy de cerca por el mamarracho, que no estaba dispuesto a dormir solo esa noche), atravesé el bar en dos zancadas, me coloqué frente a la lesbiana de la despedida gay y le estampé un beso de tornillo que hizo que mi pretendiente pusiera pies en polvorosa y el camarero nos invitase a todas a otra ronda. Acabamos bañándonos desnudas en la fuente de un parque. Les pareció estupendo haber contribuido a espantar al impresentable casanova y, pese a sus esfuerzos por convencerme de que debía abandonar la heterosexualidad y pasarme a su bando, finalmente comprendieron que yo no tenía remedio y me dejaron en casa, ya de día, después de haberme invitado a desayunar a su apartamento.



Hasta me invitaron a la boda.